miércoles, 15 de diciembre de 2010

CANDELARIA

Del latín: vela; candela, la que ilumina…

De ahí viene Candelaria, quizá por eso me significó una luz…



Era mi maestra de civismo en la secundaria, allá en Chametla, y cuando entraba al salón éste se iluminaba realmente con su presencia y su porte de tanta distinción, será porque cuando se es estudiante, uno admira e idealiza a sus maestros, o quizá porque eran tiempos en los que los maestros nos parecían más comprometidos, no sé porqué, pero ella era tan imponente, tan sabihonda, tan perfecta…

Su luz iluminaba mi entendimiento y doy por hecho que el del resto de mis compañeros, pues tuve el gozo de ser su discípulo y eso me llena de presunción.

Tuve el honor de charlas amenas en su horario de clase, el gusto de compartir su sabiduría, el placer de su calificación y aún así, eso ya no existe…

No existe; y mi intención es recordarlo y dejarlo aquí escrito para el porvenir, para que los Chametlecos sepan de su gente y conozcan sus historias, para que nuestros nietos y los de ellos sepan quienes habitaron este pueblo de fin de mundo, tan distante y tan cercano, tan enorme y tan pequeño, tan lleno de magia y tan real…

Quiero que esto que escribo, sobre su gente, me sobreviva, que se vuelva perenne como el infinito y que por siempre sea recordada, por eso ahora hablo de mi maestra Cande, que aunque fue importante en mi formación y trascendente en mi vida, insisto; eso ya no existe…

No existe y solo porque ella no me recuerda. A veces –en la actualidad-, cuando la veo pasar por la calle y la saludo, ella me contesta indiferente, y es entendible, soy razonable, ella tuvo tantos alumnos y yo tan pocos maestros, que para ella resulta difícil recordarnos uno a uno, sin embargo llegué a pensar alguna vez que yo había sido algo especial, ahora lo comprendo; todos somos especiales para los maestros en su debido momento, pero nos vamos y llegan otros a ocupar nuestros lugares, sí; lo comprendo, sin embargo me queda el gusanito y me empeño en saber que ella recuerda que fui su alumno y que le admiré y le admiro tanto, pero sé que eso no se va a dar jamás, pues no se dio antes…



Sin embargo tengo el orgullo de recordarla aquí en este pequeño blog porque fue fundamental en mi vida joven, y aunque ahora trate de entablar conversación con ella debido a la confianza que hubo una vez entre nosotros y ella me evada, no me importa, porque aunque para ella no haya sido nada, ella será para mi esa luz que iluminó el sendero que apenas empezaba a caminar y que me llevó tan lejos como quise, -jamás como me fue posible, porque de ser, así hubiera llegado más allá de lo indecible, llegué ahí nomás; a donde quise…

Mil gracias a mi maestra Cande. Candelaria Rodríguez…


jueves, 9 de diciembre de 2010

CARAVANA A CARAVANTES

Lo conocí porque es primo de una -en ese entonces- compañera de la secun, allá en Chametla, y por medio de ella, muchas veces me manifestó su admiración.

Años después, cuando formé parte del Ballet folcklórico TEC-MOCHIC del TEC en los mochis, resultó que eramos aprendices del mismo director de baile, me resultó grato saber de él...

Cuando me fui a la aventura de realizar un sueño, y volví supe de él que le gustaba como declamaba aquella poesía de Salvador Díaz Mirón; (La de Paquito) incluso me dijo que tratando de emularme la declamó alguna vez, sin el mismo éxito, pero yo repito; "Zapatero, a tus Zapatos" y es que lo de él, es la danza, el baile...

En años recientes realicé una gira por el norte del país, con una obra harto conocida con un mensaje de alerta y prevención en contra de las drogas, y ahí volví a encontrarlo,y tuve el placer de compartir con el un "tour" inolvidable allá en la frontera con Sonora, pero hace unos días escuché de viva voz lo que de antemano me halagaba; pues me manifestó abiertamente su admiración y eso me llenó de orgullo, porque cuando una persona con el talento que él tiene, es tan humilde de manifestar respeto por el talento de otros, tiene más mérito; por eso estoy agradecido con Ismael caravantes, porque el; sin lugar a dudas es una persona con mucha capacidad y ha puesto en alto el nombre de Chametla a través del flolkclore dancístico, es una persona que se empeña en poner de manifiesto su trabajo cada año por medio del festival cultural de aniversario en Chametla, es una persona que se ha plantado en los mas diversos escenarios con su arte e incluso ha diseñado un vestido de la región Chametleca, y sigue trabajando presentándose en cuanto lugar le es posible, todo con el afán de que el nombre de Chametla se escuche a voz abierta, que Chametla sea reconocido por su gente emprendedora, por sus enormes deportistas y grandes artistas, por sus famosos legistas, letrados, doctores, fotografos y más...

Ese es el Ismael caravantes, a quien hoy quiero manifestar mi respeto y mi agradecimiento, ese es Ismael ante quien hoy, me inclino y me quito el sombrero, ese es Ismael ante quien hoy yo hago caravana.

martes, 2 de noviembre de 2010

LA COTI

Cuando recién llegué a México para buscar trabajo en televisión, pasaron cinco meses realmente difíciles, de no ser porque Sara, la señora que me rentaba parte de su casa no me cobraba a cambio de que le acompañara a desayunar y con la condición de pagar la cuenta ella misma, y de Leticia secretaria de don Raúl Velazco que me conseguía pases para “siempre en domingo” para todos los chametlecos que iban de excursión a la villa en los viajes que organizaba Juan Murillo, a cambio de invitarme a comer y pagar ella misma la cuenta, ahí mismo en el restaurante de Televisa Chapultepec donde empecé a grabar mis primeros programas…
Y de no ser por la Coti, que tenía su residencia en la calle de Hamburgo en plena Zona rosa -cuando todavía era rosa y Polo Polo hacía sus pininos en el bar de la planta baja-.
Si; la Coti, la de Chametla, mi amiga desde entonces persona a quien quiero y respeto por su valor y su empuje, por su franqueza y su lealtad, por su afecto y su léxico tan folcklórico, y a quien quiero, bueno; casi por todo.
Ella a veces me invitaba a cenar, y en su casa nos dábamos cita varios Chametlecos, de los que guardo recuerdos gratos y enormes aventuras.
Cuando pasó el tiempo y nos apartamos por cosas de la vida misma, y yo podía pagar mi propio desayuno en el Konditori junto a los Sabludoski, Feher o Piaza, mis cenas en el Fokolare con los Monsivais, Kopelán o Amaretto, y comidas en el restaurante de Televisa Chapultepec junto a los Pierce, Haro Oliva o Zaizar, sin excluir a Ligardes, Laguardias, y Canos…
La revista “Trayectoria” Nos hizo entrevista a Queta Jiménez mi adorada prieta linda y yo mismo, y organizó un evento en el que nos entregaría sendos reconocimientos amenizados por Juanito y Laurita Saizar mis queridos amigos y doña Amalia Mendoza la Tariacuri..
No se quien carajos la invitó pero estaba ahí, mi corazón saltó de alegría, era la Coti, le grité desde mi mesa y le invité a sentarse a mi lado, me sentí feliz de poder compartir semejante triunfo con alguien de mi Chametla Querido, ¡que bueno que estaba ahí la Coti!, porque la tarde se volvió mas amable y mas alegre, ¡que bueno que estaba ahí la Coti!, porque pude reconocer que el sacrificio de los primeros cinco meses y las cenas compartidas no habían sido en vano, y el fruto era mas que digerible, por eso es que le agradezco al destino y a la Teresita Crespo que me pusieron en su camino y de alguna manera se convirtiera en parte de mi historia, gracias Coti…

LA LIBE

Siempre creí que se llamaba Libertad o algo parecido y no; se llamaba Heriberta, eso lo saben todos en Chametla, el tonto soy yo, que se deja llevar por la apariencia del nombre…

La conocí de siempre, crecí visitando Chametla, y además era vecina de mi abuela donde viví el tiempo que dura la secundaria, fue el tiempo que mas conviví con la Libe. Cuando me refería a ella lo hacía como la Libe, pero al hablarle tenía que llamarla tía, algo a lo que no me acostumbré nunca, porque la veía mas como amiga que como pariente, pero como sea que haya sido la aprecié igual. A veces me encargaba el mandado –aprovechando que iba a la tienda-, y simplemente me creció el cariño hacia ella porque conversaba por minutos incontables con mi tía o mi abuela, y yo siempre presente, haciendo tareas y oyendo pláticas o de plano formando parte de ellas. La Libe me dio ánimos siempre que hablábamos de mi futuro. Ella conocía bien mis sueños, ella sabía que un día sería actor y estuvo de acuerdo, le gustaba -como a muchos en Chametla como declamaba en los festivales del tipo que fueran-, y me auguró éxito, -algo que veía inalcanzable y no por lo imposible, sino por lo distante-, La Libe fue una de las razones que me empujaron a conseguir mi meta, y como me acordaba de tanta gente en Chametla, me acordaba de ella, y me hacía a mi mismo la promesa de que me vieran en televisión para que mi lucha tuviera sentido y creyeran en la realización de mi sueño, y por ella y los demás lo conseguí.

Cuando en México me nominaron al mejor actor por la obra “Identidad Prohibida” y terminé la temporada de “El cuerpo del deleite” me “retiré” para hacerlo “en la cúspide” y porque además me había nacido mi hijo, así es que vine a mi pueblo imaginario, para vivir en paz –jamás pensé que sería peor-, el caso es que empecé a visitar con mas frecuencia Chametla, -a pesar de que no “me retiré” del todo-, y acostumbraba en ese entonces visitar a todos los parientes, empezando con mi tío Juan largo y terminando con la Olga del Armando allá en el cerro. La Libe era de las últimas, porque la última parada la hacíamos en casa de mi tía Mariquita. En una de esas pasé a verla, estaba sentada en la poltrona junto al ventilador frente al que tenía ciertas prendas intimas colgadas para que se secaran con el viento, y hablamos de todos, de las niñas en la escuela, del marido en el trabajo, del mandado con Chepina… cosas que habían pasado años atrás; las niñas ahora eran adultas, la ropa se colgaba en los tendederos, Chepina ya estaba muerta y su marido no existía más.
Nicha –su hija-, nos contó de su enfermedad y fue la primera vez que escuché hablar de ella tan de cerca, porque nadie conocido la había padecido, fue deprimente aquella conversación, y dolorosa para ella enfrentarla tan crudamente, luego de describirme los síntomas, pues en tanto hablábamos le daba de comer como a una niña, me dijo que el doctor le había advertido que iría olvidando las cosas poco a poco, que un día, cuando menos lo esperaran ella no sería ella, ni ellos serían sus hijos ni sabría que existió.

La vida se mostró ante mi, cruel y desgarradora, al permitir que alguien sea capaz de olvidar que vivió, ¿entonces cual era el sentido de la misma? Sentí coraje, mucho coraje, por esa injusticia.

Pasó el tiempo y en efecto, ella dejó de poner atención en cosas nuevas y fue relegando las viejas, ya no conocía a su familia, mucho menos a mi, y me sentí menos que nada, quise gritarle que yo, era yo, que ahí estaba, pero no tenía sentido, ella no sabía mas de mi. Más adelante se olvidó de todo lo demás, hasta de lo mas esencial, se olvido de comer, de dormir o despertar, de reír o llorar y hacia todo a la vez sin hacer nada, sin conciencia ni ciencia… y un día lamentable se olvidó de respirar, se durmió para siempre perdida en el limbo de su inconsciencia, en el laberinto infinito de su ausencia de razón, se durmió para no despertar sin saber que moría, en la esperanza de un día nuevo, se fue sin regreso cuando menos se esperaba y su espíritu salió de su cuerpo y se fue al mas allá en donde ahora seguramente hace honor a la apariencia de su nombre, porque ahora no es esclava del recuerdo ni el olvido: ahora es Libe en Libertad…

martes, 26 de octubre de 2010

agradecimientos otra vez.

México 102
Estados Unidos 18
Portugal 3
Chile 3
Costa Rica 3
Guatemala 3
Rusia 2
Colombia 2
Eslovenia 2
Venezuela 7

ESTA ÚLTIMA SEMANA ME HAN VISITADO ESA CANTIDAD DE PERSONAS EN ESOS PAÍSES, QUIERO AGRADECER INFINITAMENTE POR LEERME Y SOBRETODO PORQUE SÉ QUE LA MAYORÍA BUSCA ENCONTRAR ALGO DE CHAMETLA EN ESTE ESPACIO, POR LO QUE PROMETO SEGUIR ESCRIBIENDO SOBRE SUS PERSONAJES Y LAS DISTINTAS ANÉCDOTAS AHÍ VIVIDAS POR MÍ, ESPERO SEGUIR CONTANDO CON SU LECTURA Y ESPERO QUE ME ACUERDE DE MAS COSAS QUE ESCRIBIR. ALGUIEN DE LOS ESTADOS UNIDOS ME ESCRIBIO PIDIÉNDOME QUE ESCRIBA ALGO SOBRE LOS PESCADORES, PERO AL FINAL CASI TODOS LOS DE CHAMETLA SON PESCADORES, ASÍ ES QUE; ¡CONCEDIDO!
GRACIAS OTRA VEZ.

PD: Si recuerdo alguna historia particular sobre los pescadores en especial, con mucho gusto la incluiré. Abrazos fuertes…

lunes, 4 de octubre de 2010

GUADALUPA Y LA PUPA DEL LICO

Se llamaba Guadalupe, creo que por no decirle guadalupa, la llamaban pupa, para mi siempre fue pupa, fue la madre de -entre otros-, mi amigo el Fede, de la Esther, y de la Chabel. La chabel fue mi novia de mentiritas, pero yo creí que era de verdad, es que permitía que le agarrara la mano a escondidas y me dejaba soñar y suspirar como lo que era; un chiquillo.

El Lico me apreció siempre, casi me decía yerno por la amistad que había entre ambos, lo mismo que la Pupa, y yo; lo mismo. Los quise siempre, como los quise a todos.

La imagen de la virgen de Guadalupe (su tocaya) recorría el pueblo de Chametla, permaneciendo un día en cada casa, en donde las familias se reunían a rezar un rosario y luego pasarla al domicilio en turno, no sin antes meter unas monedas por la rendija que para ese propósito había en la caja, a espaldas de la imagen.

La pupa vivía enfrente de la casa de mi tía mariquita y no la recibía por cuestiones personales que yo no conocía, hasta esa vez en la que entró a la casa de mi tía y poniendo el índice en la rendija de las monedas dijo “¡Por aquí le meten el dinero!” Y bromeó al respecto, pero luego emitió un grito muy parecido a un aullido, corto pero lastimero y aseguró ante la propia imagen que le había apretado el dedo, algo que no podíamos creer pues no cabía ni siquiera el meñique, pero ella aseguraba que era verdad, entonces se arrodilló arrepentida, sumida en una plegaria y solicitó que le permitieran recibir la imagen en su casa. Así se hizo, la imagen pasó a su casa, supongo que la Pupa sintió un llamado de atención o algún arrepentimiento por su incredulidad, no sé que pasó con el asunto que olvidé con el tiempo…

Los años se fueron, sus hijas se fueron y la Pupa y el Lico se quedaron en Chametla, supe que los hijos abandonaron la fe católica, pero los volví a ver con el amor de siempre. En una gira en la que me presenté en Concordia Sinaloa, encontré a la Chabel, me contó que trabajaba en el ayuntamiento municipal, me dio gusto verla luego de tanto tiempo, en mis días de “no trabajo”, visitaba Chametla como lo hago siempre y me enteré que la Pupa, -mi casi suegra la mujer a quien aprecié tanto y que tanto me apreció-, padecía de un cáncer terminal, pasé a visitarla, la vi de buen animo y conversamos un buen rato, cuando me fui de su casa me fui contento porque no estaba tan mal como me habían dicho.
Pasados unos meses volví para verla y ya estaba encamada, en una amplia habitación al fondo de la casa, me senté a su lado y pudimos conversar de muchas cosas también, solo que ahora si me fui triste pues la vi demacrada y cansada…

La última vez que la vi, había muerto, fui a Chametla ex profeso a su sepelio, antes de que partiera el cortejo fúnebre, sus hijos y la gente del pueblo –yo entre ellos-, rezamos un rosario, Esther me agradeció por estar ahí, y me dijo palabras lindas que propiciaron el llanto que a flor de ojos cargo siempre, y la Pupa se fue…

Lo curioso de ésta anécdota es que ella se llamaba Guadalupe, como la virgen, y ella no pidió que la llamaran así, pero la virgen se lo mantuvo presente mientras tuvo vida, la Pupa, como la llamaban todos, fue mi amiga y en mi corazón guardo los mas preciados recuerdos de esa amistad, de los días en que hacíamos “pijamadas” en su casa y el olor de mis pies los molestaba y se aguantaban, de los días en que me regalaba mangos de su patio o las largas charlas vespertinas en la banqueta o a la sombra del inmenso árbol.

La Pupa, ya no está más en Chametla, a veces veo al Lico en la banqueta sin poder expresarse con claridad y sin poder escuchar completamente, y lo saludo y a veces me desconoce, pero no me importa, ellos son los primeros suegros que tuve, y a los que tanto quise, aunque hayan sido mis suegros de mentiritas.

MARÍA BARRÓN Y LA GITANA

La recuerdo en sus últimos días, ahí; sentada del lado derecho de la mesa, viendo a la gente pasar…

Pero la recuerdo también de pie, barriendo las cacas de gallina de debajo del obelisco todas las mañanas, con las muletas en los sobacos, cocinándome un chorizo grasoso y delicioso, dándole maíz a las gallinas, limpiando los pretiles en la cocina, calentando las tortillas en el comal y trenzando su largo pelo para luego empalmar las trenzas con alguna de sus múltiples peinetas.

Recuerdo especialmente aquella tarde de octubre; yo hacía mis trabajos escolares cuando vi a mi abuela María Barrón que se asomó por la ventana, la miré en silencio, porque su actitud me pareció sombría, algo extraña, y no comprendía su comportamiento; tomó las monedas que guardaba en el monedero para ponerlas en una lata y colocarla en la barda de lodo de atrás del nextlinquero enseguida del horno donde mi tía mariquita preparaba los deliciosos pasteles de piña, entendí todo cuando llegó la gitana pidiéndole unas monedas a cambio de leer en la palma de su mano la buenaventura, pero ella no se dejó, argumentando que no tenía centavos para darle, entonces la gitana dijo algo que me sorprendió; “En el bote que tienes atrás de la hornilla, tienes dinero” -¡No!- insistió mi abuela, -¡Si!-dijo la necia mujer.

No supe como se las arreglaron, cuando me di cuenta conversaban animadamente en la cocina, el caso es que mi abuela decía que ya se iba a morir un día de éstos porque ya se le habían quebrado los dos pies y no servía para nada, y la gitana le aseguraba que viviría hasta los ochenta años, mi abuela decía que no y ella aseguraba que si, el asunto es que al final la gitana se llevó su recompensa pues no solo le dijo la buenaventura, sino que –y ni cuenta nos dimos-, le robó la lata del dinero…

Faltaban algunos años para que mi abuela cumpliera los ochenta, por eso respiré tranquilo, pero cada cumpleaños suyo yo me acordaba de aquella predicción.

Estaba en una locación en centro del D.F. en la filmación de “Lola” dirigido por María Novaro, teníamos que partir al otro día a Veracruz a continuar la realización de la película y con tristeza renuncié –por eso en la película me veo solamente en la escena de persecución en el tianguis, cuando nos agarra la policía, ya no fui a Veracruz-, porque me avisaron que María Barrón mi amada abuela había muerto, localicé a Aurora –mi hermana-, y avisamos que veníamos para Chametla a “despedirnos” de ella, no encontramos vuelo para esa noche, por lo que decidimos viajar en autobús, al llegar a El Rosario encontramos a unas personas de Chametla que nos contaron que ya la habían sepultado, me dio rabia y tristeza porque no la vi antes de la partida al “para siempre”, fue tanto mi coraje y mi tristeza que decidí no llegar, me bajé antes para llorar a solas su ausencia y revivir el recuerdo de lo que fue en mi vida, mi amada María Barrón, no le encontré sentido llegar a Chametla a nada, ella ya no estaba, y yo como quiera que sea le hice un lugar en mi corazón, y me quedé pensando en ella, en la última vez que la vi; sentada en su sillón rojo de madera y palma, trenzando su largo pelo, sonriendo ante mi plática infantil, o reprendiéndome por no haber comido todo, o barriendo en el patio allá abajo del obelisco las cacas de las gallinas, y el día en que vino a robarle la gitana, aquella vagabunda que le aseguró que viviría los ochenta años, no me quedó mas que sonreír porque en efecto mi abuela linda vivió casi cinco años mas de los vaticinados, entonces comprendí porque la mujer no solamente se llevó lo correspondiente, sino todas las monedas del nextlinquero, y es que le dio mas vida de la que ella esperaba…

miércoles, 22 de septiembre de 2010

"De como nació Chiametlán" (Quinceaba parte)



Sin embargo, algo esta pasando con los descendientes de Tonalli y aquel hombre blanco, pues tal vez es mas fuerte el “jalón” de la tierra, porque nos esta llamando -y el llamado de la sangre es fuerte-, con todas sus mezclas y penas, la casta totorame lucha por sobrevivir, pues se habrán acabado los chivicoyos (actualmente se sabe de la existencia de ejemplares de estas “gallinas” en los bosques canadienses y hay quien afirma que se pueden encontrar en las costas centroamericanas de países como Costa Rica) y puede que los descendientes de Tonalli no conozcan las semillas de las chias y en vez de chia en su cabeza actualmente usen sombrero o rebozos, y tal vez habrán arrancado sus ramas y cortado sus frutos, pero olvidaron sacar sus raíces y mientras sus ombligos permanezcan en esta tierra santa, habrá esperanzas, porque aquellas raíces viven y pugnan por salir, y un día emergerán a esta ciudad que nuestros hijos verán renacer con un resplandor distinto y se levantara sobre sus cenizas como un ave fantástica, y la descendencia de Tonalli y aquel hombre blanco al que amo, la poblará por siempre y conservara su nombre por siempre y tendrá sus cimientos sobre los miles de piezas arqueológicas que aun permanecen dormidas bajo el manto terrestre y las decenas de pirámides que forjaron la industria y el porvenir del pueblo totorame que se niega a morir... y Chiametlan no morirá del todo, nunca jamás.


F I N

"De como nació Chiametlán" (Catorceaba parte)



Después llego Hernán Cortés que fue recibido en la que fuera la enorme mansión de Xahualt, ahí, fue atendido por Nuño de guzmán, los esclavos nativos le sirvieron nixcoco y piznate, luego le dieron jocuizte, comieron un delicioso pozolli y de postre; guámaras con miel de abeja, el conquistador disfrutó el banquete en el que además sirvieron sangre de lobo guisada con una fruta que le gusto mucho y que en Chiametlán era conocida como xitli tomatl, (solo que don Hernán no sabia pronunciarlo y decía jitimate) después de llegar a un arreglo con el espléndido Nuño, Cortéz baja a la primera cueva en aquella donde estaba la piedra con unas enormes nalgas pintadas y sobre la cual, descansaban los dioses Totorames cuando bajaban a la tierra con figura de hombre, allí se sentó el también, y la vista de la península que sus ojos admiraron, lo embrujo y lo motivo a conquistarla, así fue como llego a ella y al mar que cruzo para lograrlo le dio su nombre...

Después de la llegada de los españoles y el casi total abandono de estas tierras los españoles que luego las poblaron, entre ellos un tal Gonzalo López, se dedicaron a la ganadería, además de el comercio de la sal, surtiendo de la misma a los reales de la nueva Vizcaya y la nueva Galicia
Todavía cien años después de la conquista, los acaxees y xiximes seguían luchando por recuperar aquel tan amado y respetado territorio, de sus amigos Chiametlecos, sin embargo solo consiguieron que los hombres del mar acabaran con poblaciones enteras como Copala que luego se convirtió en un refugio de bandoleros.

"de como nació Chiametlán" (Treceaba parte)



Entonces Tonalli resignada se retiro a sus habitaciones para esperar le llegada de su dueño, aquel hombre que había visto en sus sueños y al cual le había entregado el corazón aun sin conocerlo, argumentando para si que era su dueño y que era descendiente de un antiguo Dios que se había ido prometiendo volver del lugar donde se mete el sol, pues vendría de derrotar a otro Dios enemigo, y que habría de venir del mar a por ella, y ella habría de esperarle, y así fue; en la séptima luna, después de esos acontecimientos, mientras agonizaba su padre sin haber dejado un sucesor en -virtud de que nada serviría-, (pues de cualquier modo, quien le sucediera seria derrocado por el enemigo que llego del mar),.. encerrada como estaba y a punto de la locura, sus ojos de repente esa fría mañana se detuvieron en un punto fijo de la habitación, en dirección a la puerta, vio con ojos desorbitados la llegada del hombre que tanto había soñado; el hombre blanco entro a la habitación y con el, una decena mas, armados con espadas y escopetas y cubiertos de acero, el hombre se arrojo a los pies de Tonalli gritando: “Amada mía, la mujer de mis sueños”, en ese instante, Tonalli supo que el también la había soñado, el hombre se acerco a ella y acaricio su rostro para después fundirse en un abrazo intenso y calido como las playas del río Chiametlán....

Dice la leyenda que el hombre aquel era un hombre de paz y había venido a estas tierras en persecución de su sueño, eso fue algo con lo que coincidió con el gran Xahualt por eso quizás Tonalli se identifico con el, por eso, el se refugio junto a Tonalli en la cueva de la campana , mientras que allá en el vasto territorio totorame sus consanguíneos se dedicaron a destruir pirámides y templos, y mientras esos días pasaban, y ellos hacían el amor, afuera se hacia la guerra, todo era odio y destrucción, los totorames se escandalizaban por las absurdas ideas de los blancos que llegaron del mar, y salían de sus escondites solo para ser ultrajados, pues los que llegaron del mar les obligaban a adorar a un hombre crucificado en un enorme trozo de madera en vez de adorar a un ave de inmensas alas, y si no lo hacían los decapitaban, pues aseguraban que aquel era hijo de Dios y se lo comían en algo que ellos llamaban hostia, y se atrevían a criticar a los acaxees porque se comían a sus prisioneros mas fuertes para tener su fuerza, y pregonaban “no matar” mientras que asesinaban a miles de los habitantes de estas tierras, desde Ixtlan, Mazatlán, Culiacán y quien sabe hasta donde mas, pregonaban “ama a tu prójimo” y destruían sus pertenencias y quemaban sus chozas, “pregonaban “no desees a la mujer de tu prójimo” y violaban a las mujeres y a los hombres...
Dicen que un tal Nuño de Guzmán, fue quien encabezo la barbarie, que mando a reclutar indígenas de toda la región para someterlos y herrarlos como a las bestias y luego, en calidad de esclavos, usarlos para la lucha contra los pueblos de mas al norte dejando el territorio totorame casi vacío, pues de casi trescientas mil personas que lo habitaban quedaron unas mil quinientas y hasta la fecha, en la extensión de tierra que ocupara la gran Chiametlan ahora habitan solo los viejos, y su población decrece conforme pasan los años.

"de como nació Chiametlán" (Doceaba parte)



Tonalli cumplió diez y siete años, los sueños que se apoderaban de ella eran muy extraños, con frecuencia se veía en los brazos de uno al que ella creía un dios, que había llegado en una canoa tan grande como una pirámide, lo describía como un hombre hermoso con los ojos color del cielo del mediodía y una barba como de oro, vestido con todo el cuerpo cubierto, e insistía en que se trataba de colibrí el hijo de un antiguo Dios emplumado, e inevitablemente se había enamorado de el...

Era otra vez el aniversario de la fundación de Chiametlán, la celebración estaba en su apogeo, los matachines hacían de las suyas, los sacerdotes elevaban sus rezos al cielo, y los visitantes eran atendidos por los lugareños, sirviéndoles tamales de camarón y atole de masa, muchos vestían llamativos penachos y lustrosos guaraches, los que menos; adornaban sus faldas con carrizos y espinas, emulando a los matachines matatecos, las sonajas sonaban y los tambores palpitaban... de pronto un mensajero llego con la frente perlada de sudor y falto de aire, entre sus manos traía retratos de un hombre blanco que habían visto rondar por los manglares donde en años anteriores -se sabia-, había pernoctado “nube gris”, el mensajero llego a los pies de Xahualt y la concurrencia guardo silencio, a su lado Tonalli sintió desbocársele el corazón cuando vio el retrato, se dio cuenta de que era el hombre de sus sueños, cuando el gran Señor vio el retrato y escucho la narración de los hechos de boca del emisario de la costa, se puso de pie y como era costumbre hablo a sus súbditos y a sus invitados: “Un ciclo termina, y con el muere una etapa importante para nuestra raza, he de morir también yo, -un murmullo recorrió los callejones e inundo los recovecos Chiametlecos-, y en este ciclo que comienza, nuevos dioses gobernaran mi tierra, la tierra de Xolotl y el chivicoyo, la tierra de las chias y el vigía, las tierras del camarón y el tejuino, porque llegaron del mar, como lo profetizó mi adorada hija Tonalli, en enormes canoas y con grandes armas, nuevos gobernantes que según me informa este enviado del pueblo de Majahual, han de inculcar a ustedes nuevas costumbres, y no he de hacer nada por impedírselos, pues nada puedo hacer ante su poder,.. y ellos gobernaran, y cambiaran sus creencias y les mostraran a sus nuevos dioses...”

La multitud se dispersó y corrió esconderse mas allá de los confines del señorío, se acabo la celebración y Xahualt se retiro a sus habitaciones para morir en paz....

"De como nació Chiametlán" (Onceaba parte)



La curiosidad de Tonalli la conducía a saber cada vez mas, por eso se enteró que había una mujer que se llamaba regazo de víbora, y como era muy religiosa, se pasaba días y noches haciendo penitencia barriendo el barrio del coacoyotl, y un día que estaba barriendo, cayo a sus pies una perla dorada, ella la junto y se la metió en el seno junto a la barriga, y cuando acabo de barrer la quiso tomar y no la halló, entonces se dio cuenta de que estaba embarazada.

Así creció la niña bajo el cuidado de aquella sabia mujer y Xahualt se dedicaba tranquilamente a gobernar a su modo, que aunque extraño, no dejaba de agradar a sus súbditos.
Un día fue la parte norte de su palacio, que además tenia vista al río para visitar a su hija, ella corrió a abrazarlo temerosa, pues le habían contado sus nanas que ese año se acabaría el mundo, y el le explico que cada 52 años volvían a comenzar la cuenta de los años lunares con los mismos nombres, porque solo tenían 52 nombres, pero que los años no se terminaban nunca, y eso de que se terminaba el mundo era una leyenda que el había estado escuchando desde que era niño, y que en una celebración como la que tendrían esa noche, los sacerdotes apagarían todos los fuegos para encenderlos con solo uno, que ardería de nuevo, allá junto al juego de pelota, mas allá del aviario que fundara xolotl.

"De como nació Chiametlán" (Décima parte)



Cuando Tonalli creció y pregunto por su verdadera madre, su nana le platico que su madre había ido mas allá del infinito, hasta aquel cielo azul sobre el cual había diez cielos mas, y en el décimo existía una gran ciudad mas grande que Chiametlán, hecha de obsidiana de color verde con bosques de perlas de todos los colores y calles de caracolas y pirámides de conchas, donde los días y las noches eran de goces y alegrías, en donde no tenían que comer y beber porque no lo necesitaban, y por ahí andaban todos los dioses,

Eso tranquilizo a la niña, y luego le contó la historia de la madre de todos los dioses que dio a luz un cuchillo de obsidiana, era un cuchillo de obsidiana negra muy grande, pero no le hizo daño porque abrió mucho las piernas y de allá de la ciudad de perlas y obsidiana tiraron el cuchillo y cayo en un lugar conocido como siete cuevas y de el salieron ciento cuarenta y cuatro mil dioses y diosas. Esas cuevas son las que permanecen mas arriba del mirador del cerro del vigía..., le explico ante sus dudas, que aunque fueran muchos dioses, ellos no necesitaban sitio para estar, aunque vivieran en el décimo cielo, podían andar de allá para acá, que eran como el aire que iban y venían, que no tenían donde sentarse ni nalgas para hacerlo... le contaron también; que antes de llegar a la primera cueva, hay una inmensa roca que tiene unas nalgas muy grandes dibujadas por si pasaba Tiuspica y quería sentarse, pues el ya sabia que donde hubiera unas nalgas dibujadas era señal para que el pusiera las suyas, porque era el jefe de todos los dioses y era el mas poderoso de todos, y muchas veces bajaba a la tierra con figura de hombre, y como todos los hombres, pues se cansaba y a veces se sentaba sobre sus propias nalgas, y se contaba acerca de el: que había nacido de una mujer por obra divina, sin que ningún hombre interfiriera.

"De como nació Chiametlán" (Novena parte)



Sucedió que a principios del siglo XVI, una mujer que era conocida como gran señora o cacica por ser la esposa del cacique, dio una hija a Xahualt, y que por haber nacido en el año tres roca, venado, según el calendario del sol que para entonces era el que regia todos los mundos conocidos; le dio el nombre de Tonalli.

Sucedió que al nacer Tonalli, murió la madre, la vieja comadrona mando el aviso a los aposentos del cacique y acto seguido enterró el ombligo para proceder a bautizarla con agua, siguiendo el rito común, levanto al cielo a la recién nacida y pronuncio las palabras de rigor; “Tizancli; que das vida para soportar nuestra estancia en este mundo ingrato, mira esta agua limpia que alegra y refresca al corazón, y lo despierta, esta agua hará que esta niña este al pendiente y no este de floja, ¡ Madre de todas las criaturas, defensora de los niños recibe a esta niña, y protégela como si fuera tuya, y tu Tonalli; habéis de estar dentro de casa como el sentimiento dentro de tu ser, no habéis de andar fuera de ella, no habéis de tener costumbre de ir a ninguna parte, habéis de ser la ceniza del nextlinquero en el hogar. Habéis de ser la hornilla donde se pone la olla, en este lugar os entierra nuestro señor, (porque los palacios estaban hechos a base de tierra) aquí habéis de trabajar y vuestro oficio ha de ser traer agua de los pozos del río Chiametlán y moler maíz en el metate y ahí habéis de andar junto a las cenizas”. esto lo dijo porque era la costumbre, pero en realidad la hija de un importante cacique no seria esclava jamás ni haría las labores propias de la servidumbre... por eso se enterraba el ombligo para si alguien quería irse lejos, tuviera razón de regresar, y así era el ritual que tenían por costumbre cuando nacía una niña, por eso enterraban el ombligo, para que echara raíces, y tal vez fue porque en el palacio de Xahualt no pudieron encontrar la hornilla, que la niña siempre soñaba con volar, pero eso era prohibido, las niñas no tenían la misma libertad que los niños, por lo tanto no podían soñar ciertas cosas, mucho menos hacerlas.

Cuando Xahualt se enteró de que a pesar de que cubrieron la vagina de la cacica con hojas de sábila tatemadas y hojas de salvia para que la chía hiciera su efecto, y a pesar de que la inundaron de orina caliente, Queleque se la llevó, fue cuando recordó que hacia unos días en las faldas del vigía junto al río, muchos habían escuchado en tres ocasiones, en una sola noche, el canto del tocolotl y eso era sin duda; el mas seguro presagio de muerte.
Cuando la mujer iba a ser sepultada, Pahua su hermano, se enfrento a Xahualt, pues le ofreció setenta esclavos que tenia prisioneros en Matatán para sacrificarlos en sus exequias, sin embargo, fiel al legado de sus antecesores Xahualt se negó, lo que provoco un escándalo en el señorío. Cuando todos se enteraron que una reina camino de los dominios de Queleque había partido como una esclava, como un perro, sin un sequito que hasta las mujeres de los tinajeros llevaban con ellas, se escandalizaron, a pesar de que sabían que los últimos gobernantes eran mas sensibles a ese tipo de manifestaciones desde que asumió el poder el gran Xololtzin...

De como nació Chiametlán" (Octava parte)



Pasaron muchas lunas después de la muerte del gran Señor Xolotlzin que murió en su trono rodeado de seres que le amaron y le respetaron hasta sus últimos días, en ese entonces el territorio de su señorío se había expandido hasta abarcar desde la región que hoy ocupan el río de las cañas y el río Elota.

Para entonces, el titulo que se le daba al que poseía el mando era el de cacique, (quiero hacer alusión a una extraña ave negra de lomo amarillo que llego una vez al aviario de Chiametlán y devoro a casi todos los chivicoyos, esa ave fue reconocida por el poder con que destruyo a la cría de aves de los totorames y la llamaron cacique) y el cacique que estaba al mando a finales del siglo XV y que era descendiente de aquel joven aventurero, era conocido como Xahualt, quien al igual que sus antecesores había seguido gobernando con sabiduría y nobleza, Chiametlan había creado durante varias generaciones un gran imperio manejado aun bajo el novedoso sistema del decenvirato, como resultado de este crecimiento, los Totorames entraron en contacto con los mundos cercanos, entre ellos estaban las tribus de mayos sonoreses y los huicholes nayaritas (de quien –insisto-, posiblemente descendían) y con quienes compartían gran parte de su cultura, su religión, y su arte, en esos tiempos en los que el territorio era tan basto surgieron algunos problemas dentro de la gran Chiametlan; ciertos estratos sociales contagiados por las costumbres de otros señoríos empezaron a perder los altos niveles de incorruptibilidad y la conformidad de sus preceptos morales que eran los que caracterizaban a sus antepasados. Xahualt se vio en la necesidad de portarse enérgico e instituir nuevas leyes o cambios en las ya existentes, mismas que perdurarían hasta la llegada de los españoles, estos cambios aumentaron el prestigio de Chiametlan y sus gobernantes, consolidando al señorío como uno de los mas notables, de mayor influencia y mas importantes de los mundos conocidos hasta ese entonces, y su fama trascendió fronteras y mas allá de las paredes de los grandes templos y palacios de la gran Tenochtitlan, eran conocidas las hazañas y el poder de los totorames y aun en estos días en los muros de aquellas edificaciones incluso en la misma Teotihuacan junto a la pirámide de la luna o en el mismo palacio de las alas se pueden apreciar jeroglíficos que aluden a tales hechos, y en sus viejas paredes esta vivo el recuerdo de los chivicoyos y caciques con alas de mariposas.....

"De como nació Chiametlán" (séptima parte)



Se hizo un silencio enorme y su embeleso fue interrumpido por los sacerdotes y los ancianos para hacerle saber que era el momento de elegir y nombrar a los jefes militares, que en esta ocasión serian elegidos en contra de la costumbre; de entre los plebeyos, (es bueno insistir en el modo moderno que tenia Xolotlzin de gobernar, eso fue lo que lo hizo diferente de sus antecesores y la herencia mas valiosa para quienes le sucederían, seria esa precisamente; la de no hacer distinciones de clases sociales.) pues eran una nueva nación, al enterarse los asistentes de esa nueva modalidad, un murmullo recorrió las calles de chiametlan, algunos parecían inconformes y Xolotlzin al percatarse se puso de pie alzando una mano; el murmullo cesó, y los cientos de cabezas dirigieron su mirada a lo alto de la pirámide,

Xolotlzin les hablo como había aprendido de “nube gris”, con clama y con la vista fija: “hermanos míos, amigos míos.... es costumbre y lo sé, elegir a nuestros dirigentes de entre la realeza, pero este es un señorío que comienza, un señorío de los tiempos nuevos, y tengo conocimiento de que en estos nuevos tiempos, los sistemas políticos de mundos lejanos y nuevos señoríos, funcionan diferente y funcionan bien, es menester por ello, acatar las disposiciones que rigen a las culturas florecientes como la nuestra y si la nuestra no funciona bajo este nuevo régimen les pido me lo demanden”. Les hablo claro, les hablo breve, y les hablo convincente, una ovación de admiración se dejo escuchar y acto seguido se procedió a la selección.

Se constituyo un decenvirato (era un comité integrado por diez hombres) que tuvo como resultado una recopilación de leyes que agradó a todos los visitantes, inicialmente el decenvirato tendría una vida de doce lunas, sin embargo debido al notable éxito, permaneció al frente de los nuevos estatutos por mas de cien lunas.

En adelante, habría muchos cambios en la política, que de alguna manera enriquecieron el devenir de aquella cultura. El decenvirato, que originalmente había tenido escaso poder al aplicar las leyes y cuidar los intereses totorames, y otras culturas, se convirtió en un órgano fundamental de poder; declaraba la guerra cuando era necesario y firmaba la paz, establecía alianzas con otros señoríos y mundos poco conocidos, decidía la fundación de establecimientos para que vivieran las personas que llegaban de otras culturas al cobijo del señorío, y administraba las finanzas públicas. Chiametlan tuvo en ese periodo, su etapa de mayor expansión, en pocas lunas, se convirtió en una verdadera potencia tanto en el comercio como en la política, gracias al apoyo de sus vecinos de la sierra quienes empezaron a seguir su ejemplo...

Con el paso del tiempo Chiametlan logro dominar sus costas, estableciendo colonias de pescadores que al servicio del gran señor Xolotlzin, perfeccionaban sus sistemas de captura del camarón entre otras especies, usando novedosos sistemas que también revolucionaron la actividad pesquera.

"De como nació chiametlán" (Sexta parte)



Le rindieron pleitesía los famosos guerreros cahitas con los que habían entablado muy buenas relaciones y de entre quienes habían escogido a los mejores para que los iniciaran en las artes guerreras, y eso era bueno pues los cahitas tenían la fama de merendarse a sus enemigos mas importantes.., andaban por ahí muchos tahues, recelosos pues temían desagradar a los cahitas, sin embargo a la sombra del gran señor Xolotlzin y dentro del territorio Chiametleco debía predominar la paz por lo que los pacaxee, los acaxee y los xiximes –que aunque también eran canibales, en esta ocasión su instinto pasaba a segundo termino, pues no eran tiempos de guerra, sino de fiesta y paz-, deambulaban felices por el tianguis ofreciendo sus cosechas, los visitantes iban y venían, desde las pirámides ubicadas junto al valle de las tinajitas hasta el campo funerario (que estaba ubicado en el centro de la gran urbe y en donde eran sepultados, sin distinciones, desde gente del mas rancio abolengo, hasta los tamemes y taspanadores, pero que debido a la explotación y destrucción de los conquistadores, que con su devastamiento redujeron el señorio a un monton de casuchas, (ahora el camposanto se localiza en la entrada a la comunidad), y subían hasta la séptima cueva rodeando por el juego de pelota y admirando los enormes zoológicos de Xolotlzin quien orgulloso permanecía sentado, mientras que a sus pies estaba su gato consentido,... desde ahí, desde lo alto de la pirámide edificada en su nombre y sobre la cual actualmente yacen las ruinas del primer templo cristiano totorame, el observaba el trajinar constante de los lugareños y visitantes en aquel gran día, y de vez en cuando el recuerdo imborrable de “nube gris” acudía a su memoria.

"De como nació Chiametlán" (Quinta parte)



Era día de gran fiesta, hacia treinta y seis lunas que habían llegado a esas tierras, bajo el vigía, los danzantes matachines, la pascola y la norteña danza del venado eran apreciadas por el populacho, mientras que el duérmete niño, el peyote y el tejuino, circulaban al por mayor, dicen que en el centro de la gran Chiametlan en el lugar donde actualmente esta la plaza principal, había una enorme pila de cantera en donde se bañaban los paseantes para mitigar el calor, y que ahí en esa gran pila, se habían ahogado muchos visitantes por el efecto de las parrandas que acostumbraban en esas festividades y esa ocasión no fue la excepción, los visitantes del señorío que se trasladaban de lugares distantes, eran atendidos por los lugareños y los agasajaban con potzol, tixtihuil, y agua de chia. Por las calles sonaban los tambores, los cuernos y las grandiosas caracolas. (hoy en dia, los totorames continuan agasajando a los visitantes con platillos ancestrales por las fechas mismas de tal festejo)

En el tianguis los matatecos ofrecían al mejor postor los equipales y petates mientras que los cacalotecos remataban sus hamacas y tapetes, y los orgullosos totorames exponian su famosa alfareria, por medio de la cual contaban la historia de su fundación, el muñeco mas vendido era el que representaba a Xolotl con la chia –o manto-, pendiente de su cabeza y que además se había vuelto una pieza de vestir muy popular, al grado de que no solo los grandes señores la usaban sino que había tal libertad para ello, que hasta las mujeres de los carniceros podian portarla, el día era especial; sobre todo porque el festejo era un pretexto para que los sacerdotes y mayores de la comunidad confirieran el titulo de gran señor a Xolotl que a partir de entonces seria conocido en todo el señorío y allende las fronteras, con el nombre del gran señor Xolotlzin.

"De como nació Chiametlán" (Cuarta parte)



“Nube gris” le contó que en efecto, había recorrido inmensos mundos y grandes señoríos y le aclaro que muchos de esos mundos, eran conocidos por pocos, Xolotl se intereso por sus aventuras y le llamo mucho la atención la historia del enorme disco del tiempo que a sugerencia de “nube gris”, la gente de Mezcaltitan se había llevado rodando hasta la capital del gran imperio Azteca, pues les había asegurado que si ellos entregaban el disco a los gobernantes de la gran ciudad, les tendrían en gran estima, (aquel enorme monolito es conocido actualmente como la “piedra del sol” o el “calendario azteca”) y con el se regían en la gran urbe.

“Nube gris” permaneció junto a Xolotl durante siete lunas, contándole sus grandes hazañas, y una mañana de la luna siguiente se marcho, dejando parte de su sabiduría al joven aquel, que en un sueño los dioses habían elegido para patriarca de la tribu Totorame, y aquello no fue en vano, pues Xolotl aplico en bien de su gente todo lo aprendido.
Chiametlan crecía en territorio y en sabiduría; una vez establecidos, se fundaron escuelas y centros de entrenamiento para los guerreros, pues aunque eran una tribu pacifica debían estar preparados por el caso de algún ataque enemigo...

"de como naciío Chiametlán" (Tercera parte)



Por esa época se corrió el rumor de que había pasado por ahí un hombre que portaba el nombre de “nube gris”, y que viajaba desde la mítica ciudad de Tenochtitlán en busca de una señal, a nadie le sorprendió, pues esas culturas siempre estaba en espera de señales para poder existir, se decía que lo habían visto descansar entre los manglares, unos días alimentándose de higueras silvestres, otros días alimentándose de mezquite o guamúchiles.
Los que iban a la pesca del camarón y tortuga para preparar los platillos favoritos de Xolotl le daban a comer el cazon o el bagre que ellos no apreciaban y que el extranjero preparaba de una manera para ellos extraña, pero deliciosa al fin de cuentas, ellos le contaron a Xolotl que el fuereño acababa de llegar de una isla llamada mezcaltitan en la que había tenido un enfrenamiento con el principal de la tribu y con el que finalmente había entablado amistad embrujándolo con su sapiencia y los conocimientos que tenia en relación con los tiempos, los totorames le platicaban todo esto a Xolotl y de otras conversaciones con el extraño, y Xolotl quedaba tan fascinado que al tercer día mando a buscarlo,.. cuando “nube gris” subió a sus aposentos, Xolotl ya le estaba esperando con una comida preparada a base de ranas y camarones y su bebida favorita “el duérmete niño”.

"DE COMO NACIO CHIAMETLÁN" (SEGUNDA PARTE)



Se establecieron sin mas, y se distribuyeron a ambos lados del río al que llamaron río Chiametlan y se dispersaron a lo largo del mismo y a las faldas de un enorme peñasco que surgía de aquella inmensidad marítima y al que creyeron un vigía por estar rodeado de agua, (así se les conocía a las islas y peñas enormes sobresalientes de las aguas) además de que era un vigía, al establecerse ahí, lo usaban también como atalaya y puesto de observación, doble razón para que hasta la fecha el enorme escollo conserve el nombre del cerro del vigía, ahí en lo alto se estableció el líder, y se mando construir un enorme espacio para el juego de pelota y acondiciono las siete cuevas para atesorar las pertenencias tribales. (Aun hoy, si se cuenta con el equipo apropiado, es posible desentrañar del escollo grandes muestras artesanales de aquella gran civilización), allá en lo alto, eran las grandes celebraciones, allá en lo alto, eran los grandes honores, y adaptaron un espacio al que actualmente se le llama el valle de las tinajitas para domesticar a los chivicoyos, símbolos de la naciente cultura... ahí les molían el maíz y el pescado seco mientras las exóticas aves –para entonces sagradas a los ojos de los totorames - comían, ellos molían la sal, que luego llevarían al tianguis para intercambiar por enseres y alimentos, con tribus que cruzaban desde Ixtlan hasta Sinalobola, que era como se conocía a esta región, para surtirse de tabaco y de ixtle...

"De como nació Chiametlán" (primera parte)


La leyenda dice que; mucho antes de que nacieran muchos Dioses, a la región sur del estado de Sinaloa que comprende las márgenes del río que hoy conocemos como el “río baluarte”, llego una tribu de totorames que –posiblemente- eran una degeneración de las razas del norte del Estado, o del Estado norteño de Sonora, existe la posibilidad de que las tribus de Yaquis se hayan mezclado con las de Coras nayaritas, lo que dio origen a una civilización que fue a ubicarse justo en el sitio al que dieron por nombre; Chiametlan.

Dice el mito que un día, en el que luego de una larga caminata, un jovenzuelo de nombre xolotl reposaba sobre una enorme roca y a la sombra de un “uvo”, tras la ingestión de un preparado a base de tecomate al que ellos llamaban “duérmete niño”, por el efecto de relajación que causaba; como en éxtasis escucho la voz de un Dios que decía; “Escuchadme Xolotl, hijo mío en quien tanto confío, has de conducir a la tribu a un lugar sobre las playas del río, ahí encontraras una señal, cuando la hayas reconocido, será que llego el momento de fundar un nuevo imperio...” al despertar, el joven contó a los mayores y a los sacerdotes que viajaban con el, lo que había soñado, y le creyeron... porque era un joven respetable y siempre había luchado por el bien de la tribu, fue entonces que decidieron marchar en busca de la señal esperada, no tuvieron que atravesar enormes desiertos porque ya lo habían hecho desde Sonora, ni tuvieron que durar cientos de años, pues ya habían pasado desde que nacieron como seres sociales, ni esperaban encontrar un águila o alguna serpiente, ni signos en el suelo, ni que les cayera comida del cielo,... ya todo estaba dicho y hecho, la señal seria clara; Pues dice la leyenda; que aquel joven caminaba al frente, con una enorme beca sobre su cabeza, como era costumbre en los grandes personajes de esa época,.. ellos usaban esa especie de Chía que les confería un estatus de superioridad y casi divino, razón por la que eran obedecidos y respetados como jefes y sacerdotes de gran envergadura, y el, se había ganado ese grado, se dice entonces; que caminaban por las playas del río con dirección a las inmensas playas vírgenes de la costa marítima, cuando Xolotl se sintió agredido y asaltado, al grado de perder su chia a garras de un ave, puesto que le fue arrebatado por un enorme chivicoyo que les sobrevolaba... así, a secas, eso no podía ser tomado como la señal que esperaban, de no ser porque al ir tras el, por ordenes del líder, un niño la encontró tirada sobre una planta que en la actualidad se conoce como salvia, y a los pies de un cedro, ahí se sentaron a descansar tras la fatigosa persecución, y ahí, el hombre de la chia que la había recuperado justo sobre aquella planta de la que sacaban la semilla a la que daban precisamente el mismo nombre, -pues tenían ellos, costumbre de preparar un brebaje a base de las semillas de esa planta-, esas semillas eran conocidas como chia, que acostumbraban mezclar con miel y jugo de frutas agrias para refrescarse, por eso fue que decidió asentarse en ese lugar al que en honor a tal acontecimiento y a tales razones dieron por nombre; Chiametlan, que significa lugar de chias.

lunes, 2 de agosto de 2010

FELIPE HERNÁNDEZ

El aire era fresco, no recuerdo la hora precisa pero si recuerdo que estábamos mi tía mariquita y yo en la orilla del río con la leña a un lado y escarbando para hacer un pocito y sacar agua para la tinaja…

El aire pintaba un sutil oleaje sobre el nivel del agua y empujaba una que otra hoja sobre el río, a nuestras espaldas tres o cuatro personas trabajaban –si mal no recuerdo-, en un tinaco junto a la pequeña estación de bombeo. El paredón enorme estaba siendo horadado para construir un hoyo, mi tía tarareaba una canción, dos señoras lavaban su ropa unos metros adelante y algún pajarraco revoloteaba sobre nuestras cabezas, de ahí en fuera; el silencio predominaba en el ambiente, pero a lo lejos sin embargo, se escuchaba el suave golpe de la azada y la pala, todo estaba tranquilo.

De pronto; un estruendo enorme como alarido de bestia enjaulada y un grito como lamento doloroso y cercano. Nos dimos la vuelta, azorados, nos olvidamos por un momento de las cubetas del agua y permanecimos estáticos unos instantes en lo que asimilábamos lo que ocurría; entonces mi tía empezó a rezar y a llorar sin poder contenerse, traté de consolarla sin éxito, inevitablemente las lágrimas asomaron a mis ojos y temblando por lo que pudo ser, nos apresuramos a llevar el agua y dar la vuelta por la calle para enterarnos con precisión de lo que ocurría, deseando que lo que pensábamos no tuviera nada de verdad.

Para cuando pasamos por la casa de Felipe Hernández, ya su mujer y su familia se habían enterado, corrimos al lugar de los hechos, el tumulto de gente arremolinada clamaba angustiada y sollozaba ante lo ocurrido; el paredón se había derrumbado, uno de ellos, el que traía la carretilla alcanzó a librarse del lodo que caía, otro de los que escarbaban pudo salir del fango, pero Felipe… él no pudo escapar al enterramiento provocado por el alud.

De cualquier modo la esperanza persistía entre los asistentes y cuando tras minutos eternos lograron desenterrarlo, acercaron su cuerpo inerte al gentío, ahí estaba la Coti, enfermera en la que se depositaban las ultimas esperanzas, pues se había corrido entre los asistentes el rumor de que Felipe estaba vivo porque había emitido un suspiro, la gente abrió paso a la mujer que se acercó al cuerpo y colocó sus labios en los de él y procedió a darle respiración de boca a boca, los pulmones de Felipe se inflamaron y en efecto el aire salió, la gente conmocionada casi grita hurras de alegría ante el error, luego Coti, sacó un poco de lodo de la nariz de Felipe y confirmo que en su boca había bastante lodo, era imposible que estuviera vivo, no había marcha atrás, Felipe estaba muerto.

Felipe era deportista reconocido, María de la Luz, su hija, era compañera mía de grado escolar, la escuela en pleno le acompañamos en su pesar e hicimos guardia ante el féretro de su padre.

Felipe fue sepultado con honores, Chametla perdió en él a una persona valiosa desde el momento que acabó su vida procurando el bienestar de la población, pues trabajaba en ello, pero Chametla es agradecido con sus héroes y el club deportivo de pa´bajo, hace patente en su nombre el homenaje que le rinde por siempre a; “Felipe Hernández”.

viernes, 2 de julio de 2010

Goyo Zúñiga


Mi tía Secundina es mi “fan” y tiene una foto mía colgada en su estancia…

Mi tía Secundina también es “fan” de mi hijo, también Goyo, su esposo lo era, no de mi, de él… y le gustaba oírlo cantar.

Ella me platica que lo amó, que su amor fue único y exclusivo, y que fue bien correspondida, que como hombre le respondió en las buenas y en las malas, y le duró hasta que ya no pudo. Ella lo dice de buen ánimo y eso me consuela, porque sé que no sufrió por su partida, pues es una mujer inteligente y no se deja llevar por los pesares, ¡que bueno!, ella me cuenta de su vida a su lado y no se queja, enfrentaron momentos duros y hermosos, tuvieron una familia a su gusto y sin complicaciones, los últimos años -como pasa con todos-, se quedaron solos.

Solo el par de viejos, celebrando cumpleaños y aniversarios de bodas, acompañados por un par de choloescuintles, él rondando los cien años y ambos rodeados por el cariño de sus hijos, los ausentes y los que viven ahí mismo en Chametla, recibiendo sus visitas y las de los nietos, siempre al pendiente de ellos, pero ellos solos, enfrentando con entereza su edad y su soledad acompañada, ella preparando los alimentos sin rendirse y con el ánimo de siempre… y velando su enfermedad, la que lo postró hasta llevarlo a manos de la muerte, un día la tía Secundina nos dijo que Goyo su amado esposo extrañó a mi hijo y preguntó por él, y que quería oírle una canción, tratamos de hacernos el tiempo para visitarlo y cumplirle el antojo, y por una razón o la otra pospusimos la visita, luego un domingo en misa, nos volvió a decir la tía, que Goyo quería oírlo cantar, entonces nos armamos de ganas para visitarlo, conversamos a medias con él porque no podía emitir palabras con claridad pero escuchaba, y afirmaba o negaba según fuera necesario, entonces mi tía le dijo que Fernando estaba ahí y que le iba a cantar, fue cuando él puso atención para escucharlo; un silencio absoluto llenó la habitación donde reposaba para que solo se escuchara la voz de mi hijo, yo por supuesto lloré de la emoción y el dejó humedecer un poco sus ojos, mi tía Secundina sonreía contenta y los demás –mi mamá mi esposa y mi hija -por cierto ahí estaba su bisnieta Flor y después llegó Felipe, el bisnieto-, emocionados por lo que estaba pasando, nuestra conciencia descansó, luego la tía Secundina nos invitó un atole calientito y conversamos un buen rato, nos regaló un bule a cada uno y nos marchamos satisfechos con nosotros mismos. Esa tarde partimos con la promesa de volver pronto.

Y volvimos si, pero a su velorio, al otro día don Goyo murió, pero escuchó el canto de mi hijo como era su antojo y nos sentimos bien por no haber esperado mas tiempo para visitarlos, ahí me encontré con la familia, la ausente, la que me conoce, porque no todos me conocen. Mi tía Secundina me hizo prometer que diría unas palabras en honor a Goyo al momento del sepelio, y dije que si, pero no tuve el valor, fue Florentino Carrillo el que se encargó de ello. De ese modo fue como dijimos adiós a Goyo. Ahora mi tía Secundina está solita pero bien acompañada, con años y mas años encima, pero sin Goyo ni los choloescuintles y está en nuestros planes visitarle, porque ella nos quiere y nos quiere bien, y siempre me lo demuestra, además antes de que muriera su Goyo nos regaló un par de bules y hasta tiene una fotografía de mi en su estancia…

martes, 15 de junio de 2010

¡GLORIA!

Todas las tardes –bueno, casi todas-, mi abuela me daba la canasta y los centavos correspondientes para que fuera a comprar el maíz para las gallinas, ya de paso me encargaba las galletas “betumadas” (Como decía Luis Castillo), a veces petróleo para el candil y un sobre de café “El Marino”, o lo que se ofreciera…

Era una aventura caminar las siete o nueve casas que separaban a la tienda de mi madrina Chepina de la casa de mi abuela, y aunque antes de cruzar la calle estaba la tienda de doña Pifas, la consigna era llevar el mandado de con mi madrina, porque era la comadre.

Debo aclarar –para los que no son de Chametla y me hacen el favor de leerme-, que enfrente de la tienda de mi madrina está la casa de Hortensia, un caserón enorme de esos de antes con su pórtico inmenso como para entrar con todo y carreta, una vez adentro; hay corredores a un lado y otro, techados por supuesto de madera y tejas, con una barda llena de macetones con plantas de todo tipo incluyendo los helechos tan típicos de las casonas con aroma antiguo que todavía hay en Chametla, era y es una casa que me fascina con las paredes de adobe, gruesas, sus habitaciones subsecuentes y sus enormes corrales, sus poltronas desperdigadas por los corredores y alguna hamaca. Por fuera parecerían tres casas juntas con sus ventanales de piso a techo con mosquiteros y rejas de acero, altas y por lo mismo frescas, todavía me significa un verdadero placer entrar a la casa de Hortensia y/o de mi madrina Chepina aunque ésta última continúa en constante deterioro.

Justo antes de pisar el primero de los dos escalones que había en la banqueta de la tienda, oía el consabido “¡ssssssshhhhht!” y aunque era consabido a veces me tomaba por sorpresa; era Gloria que me saludaba agitando las manos como colegiala desde la ventana de su habitación, despertaba en mi la ternura al verla asomada tras las rejas, agarrada de los barrotes como princesa prisionera, con su mirada inocente, su tierna sonrisa y su apariencia virginal, entonces cruzaba la calle –cuidando de que mi abuela no me viera perder el tiempo-, y me acercaba a su banqueta y sosteníamos una breve conversación, a veces versaba sobre la familia, el mandado o cualquier simpleza, el caso era la convivencia, siempre me iba de ahí con un sonrisa y animado, porque la mujer amiga de siempre me preguntaba que si éramos novios, y yo afirmaba, feliz de hacerla feliz.

Me desparecí algunos años del mapa Chametleco y en mis en eventuales visitas la vi, con el ánimo de siempre en la misa dominical o en su ventana por las tardes y hasta ahí llegaba a saludarla, últimamente la vi trabajando -por hobby pues no tenía necesidad-, y creo que incluso en los negocios familiares como auxiliar de oficina allá en Escuinapa, me llenaba de orgullo saludarla, por el aprecio tan grande que le tuve, el cariño de paisano y de cuates de toda la vida que nos profesamos.

Después, hace mas de un año que regresé para quedarme por estos rumbos en mi pueblo imaginario, pasados unos meses me enteré de la noticia fatal, me habló mi prima para decirme que mi “novia” había muerto.

Luego de una larga enfermedad que fue acabando con su robustez y su buen humor hasta dejarla en los huesos; se fue mi querida Gloria, mi amiga de siempre…

Estoy seguro de que tuvo muchos novios porque tenía un gran corazón y fácil de enamorarse, sé que no fui el único que se acercó a su balcón ni al único que le prometió amor para siempre, pero sé ciegamente que fui para ella alguien especial.

Es que para mí, Gloria Raygoza fue especial, y la ternura de nuestras conversaciones me enseñó entre otras cosas a conocer al niño que vive en mi, a ese; al inocente y maravillado de la vida, al que se sorprende y se ilusiona, al que aprendió de Gloria que todos somos iguales sin que importe que tanto se es en la vida, aprendí a escuchar a todos, incluso a quienes nadie escucha, aprendí a amar a mi prójimo con o sin defectos, aprendí el valor de una amistad sin pretensiones…

Por eso cuando asistí a su velorio me aproximé a su féretro para darle un último adiós, la vi ahí; tan inocente como toda la vida, como sumida en un hermoso sueño, la vi como en si misma, vestida con una túnica blanca y un manto azul cubriendo su cabeza, con las manos juntas y los dedos entrelazados; me remitió de inmediato a la imagen virginal de su condición humana, y así es como se fue; virgen como llegó al mundo, despedida por quienes le quisimos con conversaciones de sus tiempos mozos y aventuras de niñas de sus hermanas y quienes le rodearon, se fue, y con toda seguridad a la gloria, porque no pudo existir otro lugar para ella en el mas allá, es más; afirmo categóricamente que se quedó en si misma, porque ella era la Gloria…

EL LICHI

¡Ah que loco estaba el Lichi! ¡Y como me caía bien! Es que despertaba en mi, mucha ternura, porque he conocido borrachos que abusan sexualmente de sus propias hijas, que golpean a su esposas y que aborrecen a sus hijos, pero no conocí a otro como el Lichi, es que el Lichi era especial, entretenido, juguetón, dicharachero y “saurino” (esa palabra no existe en el diccionario, pero mi abuela la usaba para referirse a los adivinos, profetas o entes similares…), yo sabía de él, lo que él mismo me contaba a la pasada por la casa de mi abuela, cuando llegaba a pedir un taco, no le hace que fuera “con pura carne” –decía-, y ahí se entretenía conversando largamente, casi siempre cuando iba con rumbo al centro -por decirlo así-, de Chametla o parriba como se dice allá, y cuando regresaba pabajo a dormir, y siempre con el litro de vino de ese que es más alcohol que otra cosa, del de a diez pesos.

Por eso supe que en las noches cuando se le hacía tarde era porque se había escondido en cualquier esquina para que no lo atropellara la carreta de la muerte, ni lo mordieran los perros que la perseguían, cuando casi nos dormíamos lo escuchábamos saludarnos desde la banqueta; Adiós Madía Badón, adiós a todos, desde adentro contestábamos a su saludo y nos sentíamos mas tranquilos porque lo sabíamos de vuelta a su colchón. Oíamos sus predicciones conforme avanzaba diciendo que al otro día habría muerto porque había pasado la dichosa carreta de la muerte, y seguía platicando con nosotros hasta que su voz se convertía en un leve murmullo, y en efecto; al otro día había un muerto… el cuero se me ponía chinito.

Me dijo que dormía en “pudo espin”, y hacía señales de rebote con la mano yo reía de imaginarlo en un colchón, pensando que a eso se refería, pero él hablaba de los resortes, de los alambres con los que a veces se cortaba al darse vuelta porque nomás tenía una cobija y la usaba para taparse, nunca supe si dormía bajo techo o algún árbol, solo supe que vivía por allá del lado del estadio, me platicó que casi todos los días cuando regresaba tarde era porque había visto a fulana caminando por los alambres de la luz o a mengana volando en su escoba, y yo me asustaba, porque conocía a ambas, me asustaba especialmente cuando me decía que alguna se había caído y por pura méndiga casualidad amanecía con la mano entablillada o las rodillas raspadas, ¡Santo cielo!

El Lichi era del Apoderado y pariente de mi abuela María barrón, por eso se portaba conmiserativa con él y yo le tenía aprecio por su conversación tan descabellada y seria, lo mismo que divertida y sabia, tampoco pude compartir su últimos días, mi trabajo lejos me prohibió despedirme de muchos amigos entrañables, pero allá donde estaba de gira o en alguna filmación, me llegaban las noticias de mi gente de Chametla, y así me enteré de su partida, por supuesto, me dolió, porque borrachos como él he conocido pocos y hasta pienso que si todos fueran como él, hasta yo fuera alcohólico, pero por Dios que como él no los hay, y me da pánico serlo, son muy pocos los amables, sin rencores y graciosos, son contados los simpáticos cuenteros y agradables, de esos era él, de los buenos y nada latoso, ahora cuando visito Chametla y lo extraño, no puedo evitar sonreír ante sus ocurrencias y su buen humor ante la desgracia que él mismo se provocó por su alcoholismo, dentro de la cual –supongo-, era feliz, o no le quedó de otra mas que fingir que lo era…

Se murió el Lichi y lo extraño cuando visito la calle que lo vio caminar y respiro el aire que respiró cuando vivía, recorro su ruta y respiro el aire de Chametla con la nostalgia atravesando mi pecho y sonrío, porque mi querido Lichi dejó su esencia y no lo olvido, porque no es fácil olvidar a quien se aprecia, y en verdad que lo quise mucho, por loco y porque era de esos borrachos que no hacían daño, era especial, era de los buenos…

sábado, 29 de mayo de 2010

.DE CÓMO NACIO CHIAMETLAN



La leyenda dice que; mucho antes de que nacieran muchos Dioses, a la región sur del estado de Sinaloa que comprende las márgenes del río que hoy conocemos como el “río baluarte”, llego una tribu de totorames que –posiblemente- eran una degeneración de las razas del norte del Estado, o del Estado norteño de Sonora, existe la posibilidad de que las tribus de Yaquis se hayan mezclado con las de Coras nayaritas, lo que dio origen a una civilización que fue a ubicarse justo en el sitio al que dieron por nombre; Chiametlan.

Dice el mito que un día, en el que luego de una larga caminata, un jovenzuelo de nombre xolotl reposaba sobre una enorme roca y a la sombra de un “uvo”, tras la ingestión de un preparado a base de tecomate al que ellos llamaban “duérmete niño”, por el efecto de relajación que causaba; como en éxtasis escucho la voz de un Dios que decía; “Escuchadme Xolotl, hijo mío en quien tanto confío, has de conducir a la tribu a un lugar sobre las playas del río, ahí encontraras una señal, cuando la hayas reconocido, será que llego el momento de fundar un nuevo imperio...” al despertar, el joven contó a los mayores y a los sacerdotes que viajaban con el, lo que había soñado, y le creyeron... porque era un joven respetable y siempre había luchado por el bien de la tribu, fue entonces que decidieron marchar en busca de la señal esperada, no tuvieron que atravesar enormes desiertos porque ya lo habían hecho desde Sonora, ni tuvieron que durar cientos de años, pues ya habían pasado desde que nacieron como seres sociales, ni esperaban encontrar un águila o alguna serpiente, ni signos en el suelo, ni que les cayera comida del cielo,... ya todo estaba dicho y hecho, la señal seria clara; Pues dice la leyenda; que aquel joven caminaba al frente, con una enorme beca sobre su cabeza, como era costumbre en los grandes personajes de esa época,.. ellos usaban esa especie de Chía que les confería un estatus de superioridad y casi divino, razón por la que eran obedecidos y respetados como jefes y sacerdotes de gran envergadura, y el, se había ganado ese grado, se dice entonces; que caminaban por las playas del río con dirección a las inmensas playas vírgenes de la costa marítima, cuando Xolotl se sintió agredido y asaltado, al grado de perder su chia a garras de un ave, puesto que le fue arrebatado por un enorme chivicoyo que les sobrevolaba... así, a secas, eso no podía ser tomado como la señal que esperaban, de no ser porque al ir tras el, por ordenes del líder, un niño la encontró tirada sobre una planta que en la actualidad se conoce como salvia, y a los pies de un cedro, ahí se sentaron a descansar tras la fatigosa persecución, y ahí, el hombre de la chia que la había recuperado justo sobre aquella planta de la que sacaban la semilla a la que daban precisamente el mismo nombre, -pues tenían ellos, costumbre de preparar un brebaje a base de las semillas de esa planta-, esas semillas eran conocidas como chia, que acostumbraban mezclar con miel y jugo de frutas agrias para refrescarse, por eso fue que decidió asentarse en ese lugar al que en honor a tal acontecimiento y a tales razones dieron por nombre; Chiametlan, que significa lugar de chias.

Luis castillo, el dragón rojo y los ojos orientales…

Luis era una tía muy divertida…

Bueno, para los que no captan todavía; Luis era un amigo de la infancia de mi madre, jugaban a las cazuelitas y las muñecas y él decidió que sería mujer cuando fuera grande.

Siempre me trató con deferencia y me hizo reír ante el disfrute de nuestras conversaciones, me juró ser mi tía para siempre por el cariño que se tenían el y mi madre. En una de las últimas pláticas por ejemplo; me habló de su pareja en ese entonces, éste era un hombre que poseía un bar en la “zona de tolerancia” de Mazatlán, llamado “El Dragón Rojo”, por cierto, en esos días su pareja estaba preparándose para una cirugía plástica mas, y a modo de guasa me dijo que ya parecía china de tanto jalarse la cara y ambos reímos divertidos por la ocurrencia, era verdad; los ojos de su pareja tenían apariencia de oriental.

El “dragón rojo” era como el castillo de la reina en donde la reina era mi “tía” Luis Castillo.

Cuando yo era niño y lo veía maquillado y tan despampanante, con lentejuelas, plumas y chaquiras, estolas, flores y blusas coloridas, me remitía a las películas de bailarinas exóticas y me reía hasta desternillarme por sus ocurrencias durante los carnavales inexistentes en Chametla, en los que se montaba en los remolques o en la trompa de los tractores aunque se quemara las nalgas, pero para lucir mas y sin perder la sonrisa, en los que recorría la calle principal agitando con parsimonia su mano en la que envolvía besos que arrojaba con simpatía a los parroquianos que en medio de risas y chacoteos atrapaban en el aire para colocárselos en donde les venía en gana.

Luego, nos fuimos; ella a hacer su vida al puerto y yo la mía a la capital, duré mucho sin saber de ella y cuando volví; la vi otra vez, cansada y vieja, visitando a mi madre su antigua amiga, su amiga de siempre, en donde me recalcó que era mi tía aunque me diera vergüenza, a lo que aclaré que nunca me daría vergüenza su “tialdad”, porque le tenía un aprecio desmedido por el solo hecho de apreciarme como apreció a mis hijos cuando los conoció, a mi madre a pesar de los años y a mi, a pesar de la distancia.

En sus ultimas visitas me insistió a que le visitara -“Claro; con el permiso de tu mujer y dile que no se preocupe, que estas en buenas manos”-, prometió presentarme a las dos mejores “muchachas” del “Dragón Rojo”, ¡ah! Y las bebidas corrían por cuenta de la casa, prometí que si; que iría un día cualquiera, uno de esos…

Pero no; nunca fui, no soy adepto a los centros nocturnos, no más, aunque pude hacerlo para darle gusto. Y nunca fui.

Estaba radicando en Guanajuato cundo mi madre me dio la noticia; Luis Castillo estaba muerto, por cuestiones de trabajo no estuve presente en su adiós definitivo, pero supe que de Mazatlán –directo desde “El Dragón Rojo”-, llegó a Chametla un camión repleto de travestis, algarabía y colores, de festividad gracia y afecto, sensibilidad, cariño sin condiciones y fraternidad, un camión de amigos para despedirse, para llorar sinceramente, para reír ante el recuerdo y llorar ante el adiós.

Me dolió, si; me dolió, tal vez sea por eso, por lo que cuando paso frente al “dragón rojo” y lo veo casi abandonado, supongo que sigue en funciones y revive de noche pero no lo sé, lo que sé, es que cuando voy a Mazatlán y paso por ahí, irrumpe en mi la nostalgia, la tristeza de no haber tomado una copa en su castillo, en el de la reina Luis, mi “tía” Luis Castillo.

CHAMETLECA II

Las cosas siempre a tu favor;
el clima, la noche, las estrellas,
el farol rojo de la casa de Hortensia,
la música allá en el baldío
en la fiesta de san Pedro.

Nada hay que perturbe
tu sensualidad de Diosa
tu fragilidad de nardo
y tu mirada celeste.

El silencio se agita
a causa de esta dicha
provocando un desliz;
entonces tu cuerpo, con tanto a tu favor
se cae al ser tocado por la música
e irremediablemente se hace añicos
como simple cistal…

viernes, 21 de mayo de 2010

CHONITA

Me contaba cuentos de encantamientos y encantados, de misterio y misteriosos, ella en si, era un misterio y me encantaba…

De apariencia pequeña y frágil, y mirada inquisitiva y profunda, así era la señorita Chonita Sarabia, eso –lo de señorita-, lo tuve siempre bien claro, porque así lo quiso ella, pues ante todo estaba la dignidad, ella era bienvenida casi a diario y a la hora que fuera a la casa de mi abuela allá en Chametla, me gustaba escuchar sus charlas tan de antiguas, de creencias en mitos y casi inverosímiles, sus conversaciones a veces giraban en torno a “Porfirio Cadenas “el ojo de vidrio” o “Kalimán”, que eran las radionovelas favoritas de mi abuela, también se hablaba del difunto del día, o de la que se fue con el gañan, o del que se cayó por asomarse…

Vestía enaguas hasta el tobillo, rebozo oscuro cruzado al cuello y un rosario en sus manos de vez en cuando, a la usanza de antes, con enormes arracadas de oro, trenzas en su largo pelo cano, huaraches de correas o zapatillas de tela de esas muy cómodas, una canasta para el mandado… y una verruga en la nariz.

Vivía por la calle del cerro, la de atrás del templo, en una casita chiquita y bonita, de ladrillo y palma, sola con su alma y la soledad, pero la soledad le volvió temerosa, hubo un tiempo en el que padeció un ligero delirio de persecución.

Me dijo que se sentía espiada y acosada; en las tardes cuando recalaba a su casa, si alguien caminaba tras ella, aseguraba que iba en su pos, y si alguien por alguna razón reía, ella aseguraba que era de ella, no cabe duda, la soledad fue una mala consejera…

Batallando la convencimos entre el padre Quiroz -a quien ella sabía un buen amigo-, y yo, de que todo estaba bien; de que el mundo no giraba en derredor suyo, que no se preocupara, que siguiera su vida. Y no supe si fue por callarnos la boca que fingió hacernos caso o realmente creyó en nosotros y se olvidó de esas cosas.

Pasados los años cayó enferma, yo estaba lejos y nunca supe, nadie me dijo, no la visité ni antes ni durante su enfermedad, no asistí a su velorio ni mucho menos a su sepelio, porque nunca supe, nadie me dijo…

Fue triste saber después los pormenores; la verruga en la nariz era indicio de cáncer que a nadie llamó la atención pero que demasiado tarde comprendieron, cuentan que se expandió por su rostro descarnándola casi por completo, eso me dicen; yo nunca supe si fue verdad. Como sea, me resultó pesaroso enterarme, no averigüé mas, no tenía caso, pero sigo con la curiosidad de saber si murió tranquila, de saber que no sufrió. Vivió sola, lo sé, y dudo que la hayan abandonado, lo que si es probable es que no se detectara a tiempo su enfermedad si es que la padeció, y me consuela el saber que su familia –que es la mía-, y es una familia virtuosa en ciertos aspectos, y vive siempre en comunión, estuvo al pendiente de ella, eso no me aflige, me aflige pensar que sufrió, ojalá supiera que su muerte fue dulce y tranquila, que no le hizo mas daño la soledad, que no murió perseguida por sus espíritus o sus imaginarios acosadores, que el hecho de no haber conocido hombre alguno no le provocó infelicidad, en fin; que murió en paz.

Quiero creer que Chonita la que me regañaba por tonterías, la que me divertía con sus críticas a los personajes de la radio, la que me contaba cuentos, la que me envolvía en sus fantasías, (¡la de esa maldita verruga en la nariz!) murió tranquila, porque no la vi antes de morir y no pude decirle hasta luego con la mirada, porque para esas cosas nunca tengo palabras, pero me queda su recuerdo ese que la mantiene viva hasta que yo muera, porque así ocurre siempre, y esta no es una excepción; ella va a morir para mi, hasta que yo la olvide.