viernes, 12 de octubre de 2012

CARTA DESDE EL CIELO…

CARTA DESDE EL CIELO…
La mañana del pasado lunes desperté con un bramido en la puerta del lugar que habito, acá en Botaira…
Sobresaltado di un brinco de mi cama redonda y me di un golpe en la frente contra la pared, los gritos afuera no cesaban;
-“Oiiiggaaaaaaaaaaaa”
Era Chuy de Macaria, lo vi a través del mosquitero, un paisano de Chametla, lo vi y sonreí; por suerte de afuera hacia adentro no se ve muy bien a esa hora de la mañana, porque cuando lo pensé mejor exclamé para mis adentros:
-¡Santo Dios, otro viaje a la luna!
Es que recientemente le compré un viaje a la luna, (por suerte los vende en abonos y muy baratos, -a diez pesos-), pero no terminé de pagarlo porque no iba a realizar el viaje, pues por esos días recibí una invitación a una entrega de premios en Argentina, a la que tampoco pude acudir y al final de cuentas me quedé como el perro de las dos tortas…
El caso es que ahora Chuy estaba ahí afuera, llamando a gritos y como estaba vestido solo con mi desnudez, preferí no abrir y empezó el diálogo de puerta en medio:
-¿Qué ocupa señor?
-¡Pos abra pa que le diga!
-Yo temiendo que me cobrara lo del viaje decidí no abrir.
-Dígame que se le ofrece, por favor.
-Es que traigo una carta de “Él”
-De “El”? ¿Y quién es “El”?
-Pues “El”, ábrame pa que se la enseñe…
-No! Dígame de que se trata!
-Pos aquí dice que me ayude con lo que usted guste.
- Que listo el Chuy, siempre tan movido y con tan buenas conexiones, cuando no vende viajes a la luna, tira las basuras de los chametlecos a la cañada, hace mandados o trae escritos del puño y letra de “El” para que los terrenales le demos lo que sea nuestra voluntad. Influyente me resultó el señor!
Sonreí de nuevo y tomé de la mesita de al lado de la puerta dos monedas para dárselas y entreabrí la puerta. ¡Ahí estuvo el error!: me reconoció y no nomás me dio con la carta del cielo en la cabeza, sino que me dijo una majadería y me dejó con un palmo de narices dando la media vuelta indignado..
Todo porque no le pagué el viaje a la luna según me lo gritó en la cara, y agregó que conmigo no quería hacer negocios.
Sonreí de nuevo pero por el dolor y porque finalmente me ahorré lo del viaje, lo de mi voluntad y una próxima visita.
¡Y que “El” me perdone!