martes, 2 de noviembre de 2010

LA COTI

Cuando recién llegué a México para buscar trabajo en televisión, pasaron cinco meses realmente difíciles, de no ser porque Sara, la señora que me rentaba parte de su casa no me cobraba a cambio de que le acompañara a desayunar y con la condición de pagar la cuenta ella misma, y de Leticia secretaria de don Raúl Velazco que me conseguía pases para “siempre en domingo” para todos los chametlecos que iban de excursión a la villa en los viajes que organizaba Juan Murillo, a cambio de invitarme a comer y pagar ella misma la cuenta, ahí mismo en el restaurante de Televisa Chapultepec donde empecé a grabar mis primeros programas…
Y de no ser por la Coti, que tenía su residencia en la calle de Hamburgo en plena Zona rosa -cuando todavía era rosa y Polo Polo hacía sus pininos en el bar de la planta baja-.
Si; la Coti, la de Chametla, mi amiga desde entonces persona a quien quiero y respeto por su valor y su empuje, por su franqueza y su lealtad, por su afecto y su léxico tan folcklórico, y a quien quiero, bueno; casi por todo.
Ella a veces me invitaba a cenar, y en su casa nos dábamos cita varios Chametlecos, de los que guardo recuerdos gratos y enormes aventuras.
Cuando pasó el tiempo y nos apartamos por cosas de la vida misma, y yo podía pagar mi propio desayuno en el Konditori junto a los Sabludoski, Feher o Piaza, mis cenas en el Fokolare con los Monsivais, Kopelán o Amaretto, y comidas en el restaurante de Televisa Chapultepec junto a los Pierce, Haro Oliva o Zaizar, sin excluir a Ligardes, Laguardias, y Canos…
La revista “Trayectoria” Nos hizo entrevista a Queta Jiménez mi adorada prieta linda y yo mismo, y organizó un evento en el que nos entregaría sendos reconocimientos amenizados por Juanito y Laurita Saizar mis queridos amigos y doña Amalia Mendoza la Tariacuri..
No se quien carajos la invitó pero estaba ahí, mi corazón saltó de alegría, era la Coti, le grité desde mi mesa y le invité a sentarse a mi lado, me sentí feliz de poder compartir semejante triunfo con alguien de mi Chametla Querido, ¡que bueno que estaba ahí la Coti!, porque la tarde se volvió mas amable y mas alegre, ¡que bueno que estaba ahí la Coti!, porque pude reconocer que el sacrificio de los primeros cinco meses y las cenas compartidas no habían sido en vano, y el fruto era mas que digerible, por eso es que le agradezco al destino y a la Teresita Crespo que me pusieron en su camino y de alguna manera se convirtiera en parte de mi historia, gracias Coti…

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